domingo, 1 de diciembre de 2013

Capítulo 24: Violetas (Pt. 1)



  ¡Buenos días/tardes/noches/patatas! ¿Qué tal estáis? Yo me encuentro en medio de un estado de melancolía, porque me he dado cuenta de que (como diría mi señora madre) a esta historia le quedan dos telediarios. Vamos, que se acaba. Así que me esforzaré al máximo porque estos capítulos sean de vuestro agrado; quiero cerrar todo este lío macabeo como buenamente pueda. ¡Gracias una vez más por el apoyo que me habéis brindado!

  PD: La canción que he elegido es "All too well" que, aunque la letra en sí no tenga mucho que ver, el ritmo melancólico es justo el que intento transmitir con la historia de Abby.

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  Había una parte de cada ser humano que era única y exclusivamente de él. Algo que nadie podría jamás arrebatarle, o manejarle, o tan siquiera entender su significado. Y ese algo, era, el pensamiento: la mente de cada uno se hallaba protegida por unas barreras impenetrables para cualquiera. A veces, el pensamiento era el único lugar que uno tenía para refugiarse, la única zona completamente segura.

  Eso era lo único que mantenía la cordura de Jay, después de llevar una semana tras las agobiantes paredes del destartalado desván. Al menos, entre los recovecos de su mente, podía ser él mismo; podía sentir la libertad anidar en él como las golondrinas en otoño.

  Caminó a lo largo de la sala, pateando los libros que había esparcidos por el suelo a su paso.

  -¿Qué haces?- le regañó, con la mirada, Kathleen. Tomó entre sus manos el volumen de "Romeo y Julieta" que él había previamente pateado, y lo acunó en su regazo.- ¿No te enseñaron nunca a tratar bien a los libros?

  Jay se sintió un poco perdido. Le dedicó una expresión de "¿qué dices?", a lo que Kath respondió en un sonoro suspiro.

  -¿No te gusta leer?

  -Sí...- Se rascó la parte posterior del cuello y miró hacia el suelo.- Del mismo modo que me gusta escuchar música o jugar a fútbol. ¿A ti no?

  -No. Para mí, leer no consiste en un simple placer más. Leer siempre ha sido mi escape a paraísos que nunca visitaría, mi modo de vivir experiencias que nunca tendría, y la forma en la que me enamoraba u odiaba a gente que ni siquiera existiría. Los libros eran mi tesoro preciado, los únicos que se mantenían conmigo mientras vagaba de familia de acogida en familia de acogida.

  Jay se sintió, de nuevo, obtuso a su lado. Kathleen siempre tenía la palabra adecuada para mostrar cuán inteligente y emocional era. No se podía decir lo mismo de él, y sus estúpidos impulsos de niño bravucón.

  -Lo siento, Kath.- Se pasó una mano por la cara, y volvió a mirarla, su cabello rubio brillando bajo la tenue luz solar.- Es que simplemente... Estoy un poco nervioso. Warwick ya no nos vigila tanto, y temo que sea porque está preparando algo en nuestra contra.

  -¿Por qué sería eso así? Ya nos tiene aquí, a su merced. Y lo más patético, es que nadie parece echarnos de menos.

   Exhaló un largo y nostálgico suspiro: los rostros de todas las personas que, ella esperaba, fueran a buscarles, se le pasaron a modo de película frente a los ojos. Dejó sus pensamientos a un lado, y volvió a fijarse en Jay: tenía las manos, fuertes y protectoras, acunando el hueco que se formaba entre su cabeza y su espalda, la curva de su cuello. Había algo en todo él que era muy fuerte, pero no se refería solo al ámbito físico. Kathleen era capaz de apreciar su personalidad de hierro, que a veces le hacía ser increíblemente valiente y otras un absoluto temerario. Otras, simple y llanamente, se comportaba como un pequeño y asustado cervatillo; pero Kath sabía que era su forma de exteriorizar su capacidad interna de luchar.

  -Kathleen, sabes perfectamente que sí existe alguien que te echaría de menos, si estuvieran aquí para poder hacerlo. Por ellos mismos, - Se agachó a su lado y pasó su brazo por sus hombros, atrayéndola hacia él para protegerla del dolor de no sentirse querida-, por esas dos personas que dieron la vida por ti, e indirectamente por mí, debemos luchar. Y que algún día...- Miró a través de la ventana. Las estrellas brillaban tímidamente, como las luces de un árbol de Navidad, efecto causado por la vidriera que los separaba del medio.- Cuando nosotros nos unamos a ellos, puedan decirnos que están orgullosos de sus Sucesores.

  Kath asintió, forzando a su cuerpo para no estremecerse y llorar. Aunque bueno, a veces la fuerza no residía en no llorar; sino en considerar que el llanto era el primer paso hacia la aceptación de las circunstancias.

***

  -¿Qué es eso?- Se interesó Daniella, aún en el rellano de casa de Gaelle, viendo en la cocina a Abby podar y adornar un macetero.

  -Es una planta de violetas.- Le contestó, distraída en colocar piedras de colores, repartidas sobre la tierra.

  -¿Es para alguien en concreto?

  Daniella retiró una silla de la mesa, se deshizo de su abrigo marrón chocolate, y tomó asiento al lado de Abby.

  -Es para mí. La compré hoy en la ciudad, cuando salimos Gaelle y yo a hacer la compra semanal. Se supone que me va a recordar quién soy.

  -Las violetas son unas flores muy bonitas.- Comentó Daniella, acariciando un capullo morado.- Pueden recordarte lo guapa que eres.- Y le guiñó un ojo al decírselo.

  Abby rió, pero lo hizo con la boca pequeña. La mayor parte de ella no se creía aquel cumplido, en parte porque el espejo le demostraba que no era cierto. 

  Bajó sus ojos a la hoja de libreta que tenía cubierta por sus manos, y empezó a dibujar en círculos.

  -En principio, me iban a llamar Violet. Cuando nací, y siendo aún muy niña, cuando mis ojos recibían la luz adecuada, se veían violetas. Las violetas me recuerdan a Abby, la niña que confiaba en el destino, que tenía sueños y juraba hacer algo bueno por la humanidad. La pequeña que le temía a los extraños sin saber que los más cercanos podían ser los peores enemigos. La...- Su voz se cortó. Un bolo en su garganta le impedía emitir sonido alguno.- La que una vez fue la mejor amiga de Cecilia y Brenton Tanner.

  Una silenciosa lágrima descendió por su mejilla. Entretanto, Gaelle volvía a la habitación cargada con cafés varios.

  -Vaya.- Su jovialidad se esfumó al ver a Daniella allí.- ¿Hoy te vuelves a quedar a dormir aquí?

  -Anoche solo fue por acompañar a Abby. Y no, solo venía a ver cómo estaba todo.

  Daniella se preguntaba si podría ser que alguna vez, mirara a su madre y no viera a la culpable de esos tremendos dolores y pesadillas que, a ratos, todavía la acosaban. Y si su madre alguna vez vería algo en ella más allá de la hija que la abandonó cuando lo único que necesitaba era a alguien prometiéndole que iban a salir del fango juntas. Al final, entre las dos, se habían terminado de hundir en la porquería del sufrimiento, la culpa y el pesimismo. ¿Llegarían alguna vez a salir, también, juntas?


  -Estoy bien.- Fingió, suspirando pesadamente.

  -No lo estás. Aún sigues en un estado algo melancólico por el encontronazo con Cecilia. Podemos hablar de ello, ¿sabes?

  Una vez pronunciadas estas palabras, Gaelle tomó asiento entre Abby y Daniella, y les ofreció a ambas una taza de café.

  Abby tomó el humeante descafeinado entre sus manos, y aspiró su fuerte aroma con los ojos cerrados. Al abrirlos, una cortina de recuerdos la invadía.

  -Sissie ha sido la única amiga que he tenido. O al menos, ha sido la única persona a la que he tratado como tal. Incluso después del... Accidente.- Tragó saliva y desvió la atención hacia las violetas.

  -¿Podrías ser más específica? Poco podemos ayudarte con los datos que nos proporcionas.- La apremió Daniella, sorbiendo un poco de su caliente bebida.

  -¿Habéis oído hablar de Brenton Tanner? El hermano de Sissie, dos años mayor que nosotras. Desde mis primeros años en el Internado, fui compañera de cuarto de Sissie: la tercera compañera cambiaba de un año para otro, pero ella y yo siempre éramos fijas. Así fue como iniciamos nuestra extraña relación de "amistad"; y cómo conocí a Brenton. Con el paso de los años, las salidas y quedadas con Sissie, terminé por intimar más con su hermano que con ella. Ambos éramos aficionados al fútbol, mentes un tanto peculiares, personalidades fuertes.

  Al hablar, con cada palabra que pronunciaba, dibujaba en su mente un rasgo de Brenton: sus ojos con forma y color de avellana, sus despeinados mechones tan oscuros como la madera del roble, su mandíbula dibujada en rectas líneas y su sonrisa pícara. La versión morena de Sissie.

  -Pese a que Brenton era mayor que yo, pasaba más tiempo conmigo que con cualquiera de sus amigos. De ese modo... Al cabo de los años yo...- Volvió a tragar saliva.- Digamos que empecé a admirarlo como algo más que mi mejor amigo. No sé si era amor; amor del que puedas sentir por un chico cuando tienes trece o catorce años, pero lo quería. Buscaba siempre una excusa para encontrarme con él, para arreglarme el pelo cuando sabía que iba a verlo, para sonreír y que pensara que me sentaba bien ser simpática.

  Gaelle reconoció algo en la voz de Abby: un suspiro roto, un sentimiento enterrado. Hablaba de Brenton como si fuera una herida que puede reabrirse en cualquier momento; del mismo modo que a ella se le quebraban las palabras al pensar en su hija Lucy, o en Ben



  -Una tarde de primavera, el día después de mi decimocuarto cumpleaños, Brenton vino a buscarme. Me dijo que me iba a llevar a alguna parte, que tenía un regalo muy especial para mí. Sissie, quien estaba loca por su hermano, había estado persiguiéndome con que yo también le gustaba a Brenton y que iba a pedirme salir, o no sé... Cuando una tiene catorce años, que te prometan que el chico guapísimo que te produce mariposas en el estómago va a pedirte salir, pues te emociona. Así que, corrí con él hacia las afueras del Internado. Me llevó por un pedregoso bosque, por un terreno que nunca había estado. Había algo mágico en el ambiente, un aire entre gótico y siniestro, un halo rosáceo en el aire... Realmente romántico, en todos los sentidos de la palabra. Empezamos a hablar, a reírnos como siempre hacíamos...

  Abby calló. Ahora es cuando venía la parte en la que hablaba sobre cómo Brenton se inclinó sobre ella y la besó, cómo el tiempo se paró y por primera vez en su vida se sintió querida. Pero eso sería admitir que aún se le desgarraba el pecho cuando recordaba ese momento y todo lo horrible que vino después; y quería suponer que ya lo había superado.

  -Tras un rato, Brenton me miró nervioso, empezó a moverse en círculos alrededor mía y, sin previo aviso, se paró y comenzó a llorar. Me dijo que no podía hacerlo, que era incapaz, que lo sentía. Lo repetía una y otra vez, atragantándose con los sollozos. Ni siquiera lo entendí.

  Daniella y Gaelle la miraron en silencio, intentando comprender su dolor.

  -Brenton me hizo prometer que nunca sucumbiría a los encantos de la serpiente de ojos violetas. No lo comprendí, entonces, pero yo le dije que sí. Acto seguido...

  Se saltó también la parte en la que Brenton volvía a inclinarse y la besaba de nuevo. Aún con los ojos cerrados, sintió un grito de desesperación sobre sus labios, y, al abrir los ojos, Brenton no estaba.

  -Nunca más encontré a Brenton. Por más que busqué, y pedí a todos los santos que me ayudaran, el chico de los ojos avellana había sido engullido por la Tierra. Aún así, y pese a la depresión en la que la sumió la desaparición de su hermano, Sissie siguió siendo mi amiga. Pero creo que nunca volvió a confiar en mí: le recordaba demasiado a esa pérdida que aún le provoca largas pesadillas. En realidad, hizo bien en no confiar en mí.

  -Deja de decir eso.- Se quejó Daniella.

  Abby agachó la mirada, en un extraño ademán. Al levantar la vista, su mirada estaba nublada por la ira, el llanto y, sobretodo, la culpa.

  -¡Yo sucumbí a los encantos de la serpiente de ojos violetas! ¡La serpiente era mi madre, con sus ojos rasgados que brillaban con luz violeta! ¡Y también Warwick, con sus ojos grises que me intimidaban! ¡Yo les vendí mi alma a cambio de una promesa corrompida!

  Levantó el brazo y les mostró el dibujo del signo infinito que recorría su muñeca.

  Al verla en esa posición, llorando y con la luz violeta reflejándose en sus ojos, Gaelle se tiró hacia atrás de su silla y chilló. Ahora entendía muchas cosas: el pelo rojizo, el dibujo de la muñeca, las pecas que bailaban sobre el puente de la nariz.

   Así que, por eso nunca supo nada más de Lucy. Por algo sentía especial afecto hacia Abigail.

  Abby Rumsfeld era su nieta, la hija de Lucy. Lucy estaba viva.










6 comentarios:

  1. ¡HOLA! Que bien que sea la primera en comentar :)
    Jo, no quiero que se acabe, lo haces genial.
    Siempre me ha encantado tu historia y simpre lo hará, así que ya nos has dejado con una buena impresión y nos has brindado parte de tu inmenso talento.
    Gracias.
    ¿Y que decir del capítulo?
    Que genial como siempre...
    Muchos besos desde http://losviajespornaralon.blogspot.com.es

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  2. Que pena la historia de ese chico.. y qué descubrimiento de última hora.. no me lo esperaba!!

    La verdad es que me da mucha pena que ya se vaya acabando..

    un besoo

    psd: por cierto, a tu tumblr no me deja entrar =/

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  3. Espera, ¿Lucy está viva? ¿En serio? Menuda sorpresa no me lo esperaba, me ha encantado el capítulo, no quiero que se acabe la historia, jumm :(

    Nos vemos en el proximo capiítulo :D

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  4. Oh por Dios! ¿Lucy viva? Quiero saber que va a pasar con Kath y con Jay, me estoy muriendo de angustia... Buen capitulo sigue así, un beso.
    Saludos!

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  5. Joooooooo, no quiero que acabe la historia. Me gusta demasiado como para pensar que llega a su fin. :,( Así que habrá que disfrutar como nunca de los capítulos que quedan, que por lo que veo van a ir a mejor cada uno de ellos.
    Me ha encantado el párrafo con el que has comenzado el capítulo, hablando sobre el sentimiento. Yo misma no lo habría definido mejor. ¡PERFECTO!
    Y la forma en la que Kath habla sobre los libros es muy yo, pienso lo mismo completamente. NECESITO SABER QUE PASARÁ CON KATH Y JAY. ASDFGHJKLÑ Son demasiado el uno para el otro. <3
    Lo de Brenton es una pena, jum. :,( Y el nuevo descubrimiento... LUCY. ESTÁ. VIVA. No me lo esperaba para nada ha sido una GRAN, pero GRANDÍSIMA sorpresa.
    Me encanta la forma en la que expresas cada uno de los sentimientos de los personajes, y la manera tan detallada como cuentas todo, tienes muchísimo talento. Sigue así y esperemos disfrutar pronto del siguiente capítulo, EL CUAL ME MUERO DE GANAS DE LEER YA. :)
    Love always, B.

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  6. Hola:) he nominado tu blog a un premio.
    Besos desde http://losviajespornaralon.blogspot.com.es

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